Fuente: Conmebol |
Por Diego Du Pont (@diegumdupont).-
Deseo iniciar recordando, cual la Ética Nicomáquea (conocida también como Ética a Nicómaco) de Aristóteles que este texto (que no reconozco hasta ahora en qué se puede encajar esto) se encuentra escrito con la parte irracional del alma, dominada por los deseos y las emociones, aunque parezca que esté escrita por la parte racional de la misma.
Exactamente vamos 35 años al cual el sufrimiento y el uso de la calculadora fuera de las clases de matemática y estadística, o para las cuentas del presupuesto del hogar. Desde aquella eliminación de la "generación dorada" en las clasificatorias rumbo a México 86' por manos de la selección de Argentina y con gol de Ricardo Gareca; esta selección blanquirroja estuvo a punto de gritar "mundialistas" en las clasificatorias rumbo a Francia 98', donde aquella selección de Juan Carlos Oblitas se quedó fuera del mundial por diferencia de goles y el infortunio que aquella eliminatoria no tuviera la zona de la repesca, o comúnmente decimos en Perú: "El bendito repechaje". Lo que aconteció este cinco de setiembre fue olvidarnos un rato de ello, el de juntarnos todos frente a un televisor, tablet, computadora, laptop, celular o cualquier pantalla que refleje la búsqueda de el sueño dormido de 35 años, aquel sueño en la que niños, jóvenes y adultos buscan gritar las tres palabras sagradas y escuchar su himno en alguna de las sedes de la lejana Rusia, sin importar que nos eliminen en primera ronda, o que Alemania y España nos toque en nuestro grupo.
Aristóteles habla de aquel bien supremo, que superpone a los demás bienes que están en la tierra, ya que nos permite llegar a lograr la Eudaimonía. Muchos esperamos aquel momento en el que los treinta millones de peruanos (y el resultado exacto que marque el bendito censo de este año) se sientan unidos y logremos la Eudaimonía será con esa clasificación al mundial. Lo vivido esta tarde es aquel bien que nos está permitiendo lograr ese fin supremo. Aquella selección que jugó con convicción, una convicción que no habíamos visto en años. Sabían que la necesidad de sumar puntos en Quito, lugar donde nunca Perú sumó en la historia, era importante para lograr ese sueño dormido. Perú aguantó, presionó, buscó y anotó. Se sufrió, sí, ¿Por qué no negarlo? cuando Ecuador marca ese gol del descuento. Sin embargo el equipo que vimos aquella tarde en el Atahualpa y hemos visto a lo largo de este proceso nunca bajó la guardia. Quedó con diez y siguió aguantando el balón defendiendo, como muchos decían, como si fuera su vida. Tanto los 23 convocados, como los hinchas de aquella tribuna norte del Atahualpa de Quito y los millones de peruanos en el país se creyeron ese sentimiento. Se creyeron que estábamos ganando a Ecuador por primera vez en la historia del fútbol en su casa y con esa victoria nos colábamos a la zona de clasificación, esa zona que desde hace veinte años, nunca la vimos tan cerca como ahora.
Es ahora en la que todos nos vamos por primera vez a la cama, de manera mucho más firme, con la búsqueda de soñar con jugar en Rusia. Aquel 2-1 ha unido en un mismo sueño a 30 millones de personas. No importa si eres "cholo", "negro", "blanco" o "pituco", este es el momento en el que aquellas divisiones sociales, problemas, injusticias y todo lo que aqueja a esta sociedad peruana se olvida. Sí, solo por un momento, pero ese momento nos dice que todos tenemos el mismo sueño; y si por ahí, hay el anti-patriota que decía "¡Qué va a ganar Perú!, ¡Estamos eliminados!, Es masoquismo ver la selección!", hoy al menos se unió a esos festejos, a esos festejos que muy pocas veces hemos visto como las bocinadas en las calles, se colocaron al menos una bandera a la espalda sin que esté fuera de su país o fuera de fiestas patrias o gritaron desesperadamente al pitazo final del árbitro al final de esos cinco minutos de tensión por el tiempo añadido.
Muchos dirán en esta sociedad muy religiosa que la oportunidad del mundial será por los santos: lo de esta fecha doble por Santa Rosa y si se logra en la posible fecha doble final, por el Señor de los Milagros. Perú, hoy, está en un sueño que no deseamos despertar, solo buscamos despertar ese sueño dormido por 35 años; de vivir esa emoción de la previa, el partido y las emociones que te deja enfrentarte a uno de los mejores 32 del mundo. Un proceso de tres años que sembró una expectativa y que todos deseamos recoger el próximo año esa cosecha. Hoy fue un día mágico para Perú. Mañana todos despertaremos y el primer pensamiento que se nos venga a la mente será: "Estamos en zona mundialista y no es un sueño". Solo esperamos que aproximadamente en un mes sea "Yo viviré la emoción de ver a mi país en un mundial".